¡Este circuito comienza en la vibrante Plaza de Armas de Cascas! Desde allí, nos embarcamos en una aventura que nos llevará a explorar las majestuosas tierras del norte de Cascas, atravesando lugares llenos de historia y belleza natural.
Ascendemos con determinación, dejando atrás el bullicio de la ciudad mientras nos dirigimos hacia el norte. Pasamos por el pintoresco caserío de Platanar, donde la tranquilidad de sus calles nos invita a sumergirnos en la serenidad del entorno. Luego, nos maravillamos ante la imponente presencia del Cristo de las Rocas y nos perdemos entre las mil raíces del árbol ancestral que nos observa con sabiduría.
El rugido de la cascada Molino nos recibe con su frescura, rejuveneciéndonos con cada gota que acaricia nuestra piel. Al alcanzar el caserío del Molino, giramos a la izquierda y continuamos ascendiendo, atravesando el encantador caserío de Chorrillo y desafiando las sombras del túnel de Contumazá.
El descenso nos espera con emocionantes desafíos, y nuestros corazones laten con intensidad mientras nos deslizamos por las curvas sinuosas del camino. Mantenemos la atención aguda al aproximarnos al desvío de Guzmango.
Nuestra travesía nos lleva a Amanchaloc, un refugio acogedor en medio de la naturaleza donde reponemos nuestras energías y nos deleitamos con los manjares locales. Con los cuerpos revitalizados, continuamos ascendiendo hasta el caserío de la Cruz Grande, donde una imponente estatua en forma de cruz nos recuerda el poder de la fe que nos impulsa hacia adelante.
El descenso nos desafía con su intensidad, llevándonos a través de paisajes que roban el aliento, desde el misterioso caserío de Erilla hasta el apacible Guzmanzo, donde nos detenemos un momento para contemplar la grandeza que nos rodea.
Seguimos descendiendo con determinación, atravesando la vasta pampa y la mística cantera, hasta llegar al sereno caserío de Yeton, donde el tiempo parece detenerse para permitirnos apreciar la belleza de nuestro entorno.
El segundo desvío nos conduce al encantador caserío de Santana, donde nos detenemos para saborear las delicias locales y recargar nuestras fuerzas para el tramo final. Salimos del caserío de santana, debemos tomar desvió de la izquierda. Con la determinación renovada, ascendemos una vez más, atravesando la verde pampa larga, el sereno caserío de La Ciénega y el histórico Puente Piedra.
Finalmente, nuestro emocionante viaje llega a su fin en la bodega Vinos AR, donde brindamos por la aventura vivida y nos sumergimos en la gratitud por los paisajes inolvidables que hemos explorado.
Con una distancia de 105 kilómetros y un desnivel de 2947 metros, esta ruta es mucho más que un simple recorrido; es una experiencia inolvidable que recomiendo a todos los amantes de la naturaleza y la aventura. ¡Prepárate para ser cautivado por la belleza de Cascas y sus alrededores!